lunes, 10 de octubre de 2011

Articulo Revista Rolling Stones. La última entrevista de Kurt Cobain.




Esta entrevista se realizó en octubre de 1993, seis meses antes del suicidio de Kurt Cobain, que se produjo en 5 de abril de 1994.

Con el torso desnudo, despeinado, Kurt Cobain se detiene en la escalera delbackstage que lleva al camerino de Nirvana en la sala Aragon Ballroom, en Chicago, le ofrece a un visitante un sorbo de su té y dice con voz inexpresiva:“Estoy encantado de que hayas podido venir al peor concierto de toda la gira”.

Tiene razón. El concierto de esta noche (el segundo de los dos que Nirvana tiene previstos en el Aragon, sólo una semana después de que arrancara la primera gira por los Estados Unidos de la banda en los últimos dos años) ha sido lamentable. El sonido cavernoso del local ha convertido incluso torpedos sonoros como Breed yTerritorial pissings en puddings de riffs.Cobain ha tenido problemas con los monitores toda la noche. Hay algunos momentos brillantes, pero no tocan Smells like teen spirit y, cuando se encienden las luces del local, el público les recibe con un coro de abucheos. 

Teniendo en cuenta la imagen de Cobain que han transmitido los medios (“malhumorado, quejica, un esquizofrénico loco”, en sus propias palabras), el joven cantante y guitarrista, de 26 años, debería haber despedido al técnico de sonido, cancelado la entrevista y haberse ido a su habitación de hotel a sollozar. En lugar de eso, pasa el rato después del concierto en el backstage jugando con su hija,Frances Bean Cobain, una pequeña preciosidad rubia de un año que circula por el camerino ofreciendo una sonrisa a cualquiera que se cruce en su camino. Más tarde, ya en el hotel, armado tan sólo con una cajetilla de cigarrillos y dos botellas de agua Evian que ha sacado del minibar, Cobain está pensativo y hablador y dispuesto a hacer grandes esfuerzos para explicar que el éxito no apesta (o al menos no tanto como antes) y que la vida le va bastante bien. Y cada vez mejor. “Fue demasiado rápido y repentino”, dice con voz grave sobre su primera crisis, consecuencia del éxito fulminante de Nevermind. “No supe asumirlo. Si hubiera habido un curso por correspondencia para aprender a ser una estrella del rock, me hubiera gustado seguirlo”.
“Veo las descripciones de estrellas del rock en las revistas: Sting, el defensor del medioambiente; Kurt Cobain, el chaval quejica, neurótico, que lo odia todo, el estrellato, su propia vida’. Y, sin embargo, nunca he sido más feliz. Sobre todo esta última semana, en la que los conciertos han ido tan bien. Salvo el de esta noche. Soy mucho más feliz de lo que piensa casi todo el mundo”.
Pero durante los últimos meses, Cobain pasó por algún que otro problema. La grabación de In Utero, el muy esperado sucesor de Nevermind, se vio complicada con cambios de título y de cortes en el último minuto. El matrimonio de Cobain con la cantante punk Courtney Love, de la banda Hole, volvió a copar titulares el pasado mes de junio cuando la policía de Seattle detuvo al cantante por una supuesta agresión a su mujer durante una disputa doméstica. Los agentes encontraron tres pistolas en la casa, pero no se interpusieron cargos y el caso se archivó.
El año pasado Cobain también se refirió abiertamente a su adicción a la heroína, asegurando que la había consumido, en parte, para aliviar los enormes dolores que le producía una enfermedad crónica de estómago. O, como dice en esta entrevista, para automedicarse. Ahora está desenganchado y, gracias a un tratamiento nuevo y a una dieta más apropiada, su aparato digestivo, dice, está en vías de recuperación. Pero las raíces de su angustia, pública y personal, están ancladas mucho más profundamente.
Nacido en la localidad maderera de Aberdeen, en Washington, Cobain es (igual que el bajista, Krist Novoselic, el batería, Dave Grohl, y un alto porcentaje de los seguidores de la banda) producto de un hogar roto, hijo de un mecánico de coches y una secretaria que se divorciaron cuando él tenía ocho años. Cobain tuvo desde muy joven aspiraciones artísticas y ganó unos cuantos concursos en el instituto. Diseña las portadas de los discos de Nirvana (el collage de fetos de plástico que aparece en la contraportada de In Utero es obra suya). Pero, después de graduarse, Cobain rechazó una beca para asistir a la escuela de arte, se enroló como mánager ocasional de la banda punk Melvins y se centró en componer canciones. “Nunca he querido cantar”, asegura Cobain ahora. “Sólo quería tocar la guitarra rítmica. Quedarme en la parte de atrás del escenario y tocar”.
Durante bastante tiempo, después de que Nirvana dejaran de ser los benjamines del sello SubPop para convertirse en superhéroes del grunge, Cobain no era capaz de decidir si su talento era una bendición o una maldición. Al final ha decidido que es un poco ambas cosas. Cobain sigue desconfiando de la industria musical pero dice que ha cambiado totalmente de opinión sobre los admiradores del grupo.
“Ya no les juzgo como antes”, dice en tono casi de disculpa. “Ya he aprendido a aceptar por qué están ahí y por qué estamos nosotros. Ya no me irrita ver a un Neanderthal con bigote, totalmente borracho y descontrolado, cantando Sliver”
“En el último año y medio me he quitado mucha presión de encima ”, dice Cobain. El alivio se le nota en la voz. “Aunque todavía estoy un poco hipnotizado por todo eso”. Enumera los motivos que tiene para estar satisfecho: “Haber sacado este disco. Mi familia. Mi hija. Haber conocido a William Burroughs y haber grabado un disco con él”. “Son sólo pequeñas cosas que no le interesan a nadie”, continúa, “y todas tienen que ver con esta banda. Sin ella, la mayoría no habrían sido posibles. Estoy muy agradecido, y cada mes que pasa llego a conclusiones más optimistas”. “Sólo espero”, añade sonriendo, “no llegar a ser tan feliz que me convierta en un aburrido. Supongo que siempre seré lo bastante neurótico como para hacer alguna cosa rara”.

“Estuve cerca de matarme muchas veces”
Además de todo lo que ha salido mal en el concierto de esta noche, os habéis marchado sin tocar 'Smells like teen spirit'. ¿Por qué?
Habría sido la guinda del pastel [sonríe entre dientes]. Ni siquiera recuerdo el solo de guitarra en ese tema. Tendría que sentarme cinco minutos solo para sacarlo. Pero no me interesan ese tipo de cosas. No sé si es que soy tan vago que ya no me importa o qué. Me sigue gustando tocar Teen spirit en directo, pero casi me da vergüenza.
¿Sigue perturbándote la enormidad de su éxito?
Sí. Todo el mundo se ha centrado en esa canción. El motivo por el que ha provocado esa reacción es que la MTV ha puesto el vídeo un millón de veces. Se la han grabado a la gente en el cerebro. Pero creo que he compuesto varias canciones más que son igual de buenas, si no mejores, que ésa. Por ejemplo Drain you.Es como mínimo igual de buena que Teen spirit. Me encanta la letra y nunca me canso de tocarla. Seguramente si fuera tan conocida como Teen spirit no me gustaría tanto. 
Pero por lo menos tuvo que ser divertido componerla…
Llevábamos unos tres meses practicándola. Dave [Grohl] y yo vivíamos en Olympia [Washington] y Kris [Novoselic] en Tacoma [Washington]. Todas las noches íbamos a ensayar a Tacoma, intentábamos escribir canciones. Yo intentaba componer la canción pop definitiva. En realidad lo que intentaba era copiar a los Pixies. Tengo que admitirlo [sonríe]. Cuando oí a los Pixies por primera vez, conecté tanto con su música que decidí que tenía que estar en ese grupo. O, por lo menos, en una banda de versiones de los Pixies. Copiamos su dinámica, eso de arrancar suavemente y después subir el volumen y hacer un sonido más duro. Teen spirit tenía un riff tipiquísimo al estilo de Louie Louie. La primera vez que toqué la parte de guitarra para el grupo, Krist me miró y me dijo: “Es ridículo”. Les obligué a tocarla sin parar durante hora y media. 

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