domingo, 23 de octubre de 2011

13.- The Doors - The Doors

13.- The Doors - The Doors

Vamos con el primer disco de The Doors publicado en el año 1967, sin mas miramientos , vamos con la crítica...
1. Break On Through to the Other Side.
2. Soul Kitchen
3. Crystal Ship
4. Twentleth Century Fox
5. Alabama Song
6. Light My Fire.
7. Backdoor Man
8. I Looked At You
9. End Of The Night
10. Take It As It Comes
11. The End.

La fecha clave es 1967, olvidaos de todo lo que pasó anteriormente en el mundo del Rock n Roll -es un olvidaos metafóricamente hablando, caballeros-, coged vuestra máquina del tiempo y viajad a la década de los 60. Pensad en que un guitarrista negro y pintas exóticas acababa de revolucionar Inglaterra con su peculiar y abrasiva forma de tocar la guitarra, forjando así una impronta que haría mella en diversos maestros de las siete cuerdas. Pensad en los chicos de Liverpool, que volverían a encandilar a público y crítica con su celebrado Sgt Peppers. Recordad a aquellos imberbes y jovenzuelos Rolling Stones que acababan de lanzar Aftermath y se estaban erigiendo como una alternativa a los ya citados grandes de Liverpool. Olvidad a The Who, Led Zeppelin aún eran una quimera. Olvidadlo todo.
No solamente de Inglaterra y Londres vivía el hombre, al otro lado del Atlántico, se estaba gestando una poderosa máquina no sólo de hacer Rock n Roll, sino de hacer música en general. La psicodelia y explosión creativa que por ejemplo Clapton y sus Cream llevaban a cabo en Gran Bretaña viajó a América, allí estaban esperando su oportunidad cuatro revolucionarios. Jim Morrison, Ray Manzarek, John Densmore y Robby Krieger esperaban pacientemente su momento para escribir, para fraguar paulatinamente su propio hueco en la historia del Rock n Roll. Contemos pacientemente pues, la historia de The Doors y su primer gran obra, su ópera prima y su primer gran hito.
Morrison y Manzarek ya se conocían desde los tiempos de la universidad de UCLA, contactaron con Densmore, y éste a su vez trajo consigo a Krieger, los inicios fueron duros, bastante duros, pese a la estentórea y potente voz de Morrison, las pegajosas y acertadas melodías de teclado de Manzarek y la batería de fuerte influencia jazz, no todo fue caminar sobre un lecho de confeti. La banda ya había dado sobradas muestras de su inigualable talento sobre las tablas, especialmente la de ese Rey Lagarto hipnotizante, un chamán, un decorador de interiores destrozados y un poeta cuyo talento y tendencia a la auto-destrucción, acabaron por consumirle. El disco debut de The Doors fue un revulsivo: era oscuridad, era incansablemente violento, nacido para acabar con dogmas. Es asombroso, como casi 45 años después; este disco sigue envejeciendo tan y tan bien. Será porque las grandes obras de arte nunca mueren.
Poco a poco, la banda se fue curtiendo en diversos clubes, entre ellos el famoso Whiskey A-Go-Go, el mismo bar que casi veinte años después se convertiría en el receptáculo de toda la movida hard rockera angelina. La banda ya encandilaba no sólo a los allí congregados, sino también a diversos promotores y managers, quiénes veían en la banda, y especialmente en Jim, un seguro para el presente y una apuesta para el futuro. Inicialmente, los comienzos fueron duros porque Morrison, haciendo gala de una timidez inusitada -ya que poco tiempo después se masturbaría en un concierto celebrado en la ciudad de Miami-, cantaba de espaldas al público por miedo escénico. Cuando finalmente decidió girarse y dar un paso al frente, la apisonadora empezaría a barrer lentamente a sus rivales.
¿Cómo no se iba a convertir en clásico un disco que abre con esa inmensa mole llamada "Break On Through On The Other Side"? Sencillamente genial, una fuerza malévola inusitada sazonada con los sempiternos matices oscuros de la banda. La psicodelia es como una sinestesia, es asociar lo que la mente te sugiere y luego plasmarlo en tu obra, ellos lo supieron hacer mejor que nadie. Un Morrison desatado, ávido, feroz, que ataca con el micrófono ensimismado secundado por un Krieger brillante y agazapado mediante riffs deliciosos, al igual que Densmore y su batería llena de ritmos cadenciosos y firmes. Un himno no sólo de la banda, sino de los sesenta y del Rock en general.
"Soul Kitchen" es otro de los clásicos del primer disco, una cita ineludible en el directo. Una canción que ganaba en concierto mucha virulencia y cuya letra muchas veces se alteraba con el único propósito de provocar a las fuerzas de seguridad. Un tema de velocidad media que se apoya en las dulces y ateridas melodías de Krieger y en los juegos de voces de Jim. "Crystal Ship" es mística, es subrepticia, es un paraje críptico cogido de la mano de la oscuridad que emana la banda. Manzarek deja patente que es un monstruo cuando tiene un teclado ante sí, reproduciendo con su teclado sonidos y técnicas que serían imposibles para un bajo normal en aquella época. La canción es acuosa, profunda, áspera y la voz, la adecuada para transmitir el mensaje querido por Jim.
Tras la discreta "Twentleth Century Fox", viene la no menos genial "Alabama Song", un cover de una vieja canción de Broadway escrita allá por los años 40. La versión es altamente dulce y exquisita, con ese toque festivo y atrevido contrapuesto una vez más a los matices oscuros que presiden el sonido del disco y de la banda. Una gozada de principio a fin, con otro Manzarek estelar con sus cambios de ritmo, con Krieger callando y hablando a través de su guitarra. Genial esa especie de doble solo de guitarra y teclado.
Os lanzo la siguiente pregunta: ¿Conocéis a alguien que a estas alturas del panorama no conozca "Light My Fire"?, da igual que te guste el reggaeton o el ciber goth nu metal industrial post punk, este tema es otro himno ya, si no es el símbolo de The Doors, poco le falta. La melodía que pergeña Manzarek es de otra galaxia, cósmica y con ganas de tirarle al peyote. La canción baja revoluciones para que Jim, con su seductora voz, con su toque crooner a lo Sinatra recita los versos de forma delicada, como si acariciara el cuerpo de una mujer. A pesar de ser una canción bastante larga, los siete minutos están excelentemente repartidos entre los excelentes solos de teclado de Ray y de Robby. Todo perfectamente contenido hasta que el climax hace su efecto en una explosión musical que nos devuelve a un eterno -retorno melódico y a Jim rugiendo como una pantera negra.
"Backdoor Man" es el segundo cover de la banda, cortesía de Willie Dixon y otro de los platos fuertes de la banda. Inicia suavemente con el bajo, pero por poco tiempo; ya que la banda entra a matar, literalmente hablando, subiendo gradualmente la intensidad conforme ésta avanza, con Jim estelar, adueñándose en todo momento de la escena, contribuyendo a formar un blues psicodélico, lleno de ácido y alucinógenos a partes iguales. Tras "I Looked At You", que es una canción bastante pasable, y sin historia alguna, como "End Of The Night", "Take It As It Comes" sirve para desentumecer los músculos y los oídos en general. La obra se apoya generalmente, por lo que se ve, en tres tonos que se repiten hasta el final. Un tema pasable, sin más. Nada memorable.
El cierre del disco es asombroso y titánico, porque The End es la prueba fehaciente del enorme talento de estos músicos y de las dotes de Morrison no sólo como cantante o intérprete, sino ya como actor, líder de masas. Su interpretación es soberbia, un complejo de Edipo llevado hasta el paroxismo y animado por el lento slide de Krieger, quién comienza a enhebrar una retahíla de sonidos envolventes y deliciosos. La poesía ambigua, decadente y simbolista de Jim impregna de personalidad el tema. Densmore se destapa aquí como un genio de la batería, no es solamente la comparsa de Morrison, Manzarek y ocasionalmente Krieger, redoblando y haciéndonos despertar de esa sensación onírica que supone el tema en general. Hay una parte en la que JIm, más que cantar, parece que entona uno de sus desquiciados y ambivalentes poemas. La canción va subiendo y bajando progresivamente hasta que Krieger y Densmore quieren, ya que de repente; vuelven a aumentar revoluciones y Jim las baja, creando una especie de contingencia musical, que no sabemos si es buscada o si simplemente nació como fruto del azar o del caos. Krieger y Densmore vuelven a tomar protagonismo, Jim entonces nos hace volver a la secuencia principal y la instrumentación se va difuminando poquito a poco... hasta que la nada llega.
Aquí termina la crítica de esta obra maestra, una obra maestra, revolucionaria que deshizo tabúes en cuanto a las letras -perversas, eróticas, místicas, violentas- y a la formación normal de una banda; ya que The Doors no requirieron de un bajista para la realización de este disco, el sonido del bajo lo logró sustituir Ray con su teclado. Quizás otro de los aciertos del grupo fuese el de saber conjugar sabiamente, establecer una acertada simbiosis y dualidad entre una psicodelia oscura, con otra más salvaje y sexual. Cinco cuernos y 10 MOPS en toda regla. Recordad, no estamos en el 2011, mientras leáis esta reseña, todos estamos viviendo en 1967, fecha en la que el Rock pegó su primer gran salto, cómo sigue la historia, lo sabemos ya todos. Muchas gracias por vuestra atención.
Gracias!!

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